martes, 18 de junio de 2013

VI Lecturas Urgentes de Poesía Valle del Cauca




Para nosotros es una enorme felicidad poder llegar a
Las VI Lecturas Urgentes de Poesía Valle del Cauca
este mes  con la participación de los poetas
Rafael Escobar de Andreis
Armando Ibarra Racines
María Teresa Ramírez Nieva
Fabio Ibarra Valdivia
Gustavo Adolfo Constain Ruales
Omar Garzón Pinto
Mauricio Trujillo

Llegar a las VI  Lecturas Urgentes de Poesía Valle del Cauca
es un logro que se ha realizado gracias a la compañía de todos ustedes
es por eso que esperamos contar con presencia
el día 29 de junio del 2013
en las instalaciones de
La Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero
Salón Diego Garcés
de 6:00 P.M a 8 :30 P.M



                        FABIO IBARRA VALDIVIA


Cali, Colombia, 1959. Estudió comunicación social en la Universidad Autónoma de Occidente.
En 1999 publicó Terceros habitantes (poemas).  En 2004 publicó En plena oscuridad alcé mi casa (poemas), libro editado por la Universidad del Valle dentro de la colección de poesía Escala de Jacob.
Obra suya aparece en Desde el umbral II – Poesía colombiana en transición (2009), Antología del Concurso Nacional Universitario de Poesía - Universidad Externado de Colombia (2005), Poéticas del desastre, aproximación crítica a la poesía del Valle del Cauca en el siglo XX (2001), 22 poetas colombianos – Golpe de dados (2001), La otra despedida (cuentos, 1998), Atlas Poético de Colombia (1993) y Poesía del Silencio (1990).
Ganó el Concurso Nacional e Internacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia en 1996, y ese mismo año obtuvo el primer premio del Concurso Nacional de Cuento para Trabajadores.
Cofundador de la revista Metáfora.
En la actualidad trabaja en un libro de poemas, En su luz perpetua, y en la novela La séptima despedida.


El paraíso en el jardín

Su paraíso germinaba sobre un hilo de luz
en el silencio del cedro.
O en el alfabeto de la oruga que leía,
casi hecha belleza, la ardua tarea del jazmín.
O en la nube que pasaba sobre la piel de la charca
sin agitar el agua ni perturbar las ranas.
Hoy, todo ello ha terminado mansamente.
Su cabellera encendida, casi tan roja
como el atardecer, cae blanda
en la quietud de la almohada.
Afuera, el mundo que apenas abrazó
sigue girando en su indolente torbellino.
Nada terreno habrá de atormentarla ya:
ni las miradas oblicuas de los hombres,
ni el estruendo de las máquinas que siegan el trigo
en el que ella descifró, tal vez, el parloteo de la brisa,
ni el coro del pueblo que susurra en las noches
su vestido blanco, su encierro, su aparente locura.
Acaso aún la toque, como una hebra de viento,
la voz de su madre llamándola entre la seda del ensueño…
¡Emily… Emily!
Su pie leve es apenas un recuerdo
en la canción del huerto,
hasta donde llegarán después que ella, puntuales,
la primavera, la nieve y el aroma del sendero.


Un párpado de sombra cae sobre Silvya

Cierra la puerta como un pesado párpado
que la viste de sombra.
No hay lumbre que arda en la cocina,
su último refugio, 
ni mano que apacigüe la tormenta.
El agua oscura de la noche
se vierte sobre ella
con su obstinada resonancia de cuchillos y delirios.
Crece un rumor temprano de amapolas
en la ceniza de su vientre, en el naufragio de su boca,
y la sacude el golpe tibio de la tierra
que cae ya sobre su pecho.
Sólo ella sabe que esta vez
ha pasado el cerrojo para siempre.
Aún revolotea por la casa
el aroma del pan que dejó como una ofrenda,
tibias de amor las manos,
mientras los niños respiran todavía
el aire limpio de su primavera.
El espíritu de Yeats la invita a tomar vino.
En algún recodo de sus lejanas alegrías
galopa el recuerdo de un caballo solitario en la nieve.
Y más allá, en las calles, borbotea el avaricioso cotilleo
de señoras con faldas de terciopelo y amantes
que se cuelan en sus sueños como príncipes,
y un solecito tibio refulge en las vitrinas
que alguna vez contempló con avaricia.
Un eco pertinaz retumba en su cabeza.
Muy adentro, la sombra de su padre se hace espesa, dolorosa,
y el amor de las abejas la hiere con su feroz ausencia.
Una cicatriz reciente se aferra como un hongo
a su frágil armadura, otro voz masculina que huye
de su cuerpo y de su lecho.
Y el cielo, el cielo que soñó con habitar,
es una hebra de nada que tambalea entre la escasa luz de invierno,
ahora que sella la puerta, para siempre,
como un pesado párpado que la viste de sombra.

Adiós con fondo de agua


Dime si el agua se llevó tu pena,
Virginia,
o si el coro de voces remontó
el camino de algas dulces
para seguir torturando tus sienes
con su metal de áspera campana.
Tal vez el murmullo del río te llamaba,
por entre la fronda de la noche,
como el canto de un pájaro en el sueño.
¿Fue la tentación del Ouse,
su promesa de un adiós sin retorno,
más seductora que la oscuridad
interrumpida en tu adolescencia?
¿Fue más apasionado este dejarse ir
como espuma, río abajo,
que remontar con brazadas vigorosas
el caudal de la vida?
No sé, pero imagino
la angustia de caer desde tu cima
de ideas delirantes,
después de galopar iluminados pensamientos,
hasta la abrumadora confusión que te cegaba.
Eso eras en la estancia del día:
una semilla fugaz que se apagaba de repente.
Espejo del lenguaje,
amiga del cincel que desnuda las palabras,
viajera de las más agrias cortezas,
que caías a menudo en las tinieblas de tu abismo interior,
¿qué monólogo te hería esa mañana
en que apenas despuntaba la primavera?
Ah, Virginia, hermana mía,
el peso de piedra en tu bolsillo
agobia todavía la levedad de mi alma…

Fabio Ibarra Valdivia

                 RAFAEL ESCOBAR DE ANDREIS



Nace el 21 de febrero de 1946 en Santa Marta. Reside en Cali desde hace 35 años. Es médico de la universidad del Cauca y Anestesiólogo de la Universidad del Valle. En los años 1981-1982 formó parte en Cali del grupo editorial de la revista literaria Luciérnaga. Cuentos suyos fueron publicados en el Magazín de ASMEDAS (hoy ASOMEVA) en los años ochenta. Actualmente es codirector de la revista de poesía Clave. Desde el 2.000, versero, miembro fundador del Taller de Versería. Ha participado en Talleres y seminarios de poesía y narrativa. Ha leído sus poemas en varios eventos públicos.
Ha publicado: A la espera del alba (relatos, 1995), Mirada de sombras (poemas, 2001), Entre el mar y el olvido (poemas, 2005), “Navidad en familia” cuento que forma parte de la Segunda antología del cuento corto colombiano, publicada por la Universidad Pedagógica Nacional ( compilación realizada por Guillermo Bustamante Samudio y Harold Krémer). Miembro del taller literario El Palabreo de la Universidad Santiago de Cali. Hace parte de los autores publicados en el libro Peldaños de arena (Cali, 2006) correspondiente al semestre junio-noviembre de 2.005, dirigido por Rodrigo Escobar Holguín.
Incluido en La piel del tiempo, antología del Taller de Poesía El Palabreo (Cali, 2012), libro ganador de una beca a la edición de antologías poéticas de talleres literarios del Ministerio de Cultura. En septiembre de 2011 su poema: “Morada de niebla” fue uno de los ganadores del concurso nacional La Poesía como una Casa, de la Casa de Poesía Silva de Bogotá.
                     
                                 Para BorgesDescripción: https://mail.google.com/mail/images/cleardot.gif
Podría sacrificar la luz de los ocasos
y no ser yo ni otro en los espejos.
Sólo por el rumor saber que el mar existe
sin apreciar si los barcos van o vienen.
Me hablarían del cielo sus historias
y del verano la huída de las lluvias.
Recordar de las calles el color de las sombras
y la frescura verde de los patios.
Reconocer tu cuerpo con mis manos
que de tus labios dan razón los míos.
Guardar con celo en la urna de los sueños
el banco sol y la amarilla luna.
Si me nacieran y nunca se apagaran
dos asombrados ojos en el alma.

Asilo 

Al amanecer rumian sus flemas
o las escupen para aligerar el resuello.
En el comedor ruegan al parkinson
que les deje llenar sus apetitos de pájaro.
Sobre sillas de ruedas pasean los delirios
o llevan engarzados en las muletas
sueños de veteranos de guerra.
No les sorprende ya el regaño de la monja obesa
con acento español ni la reprimenda
de su ayudante que lleva zapatos de hombre.
Guardan el deseo de regresar a casa
para ese feliz reencuentro con sus camas, sus espejos,
sus fotos y sus colecciones de llaves.
Así entretenidos, esperan la muerte.

Revelación
Como mercancías en las vitrinas
de un día sin comercio,
había varios objetos cubiertos
por la soledad y el polvo
en el cajón de la mesa de noche.
Al reloj le faltaba una muñeca
llena de hebras blancas
y de manchas color de chocolate.
La lupa no tenía quien la guiara
en la fabricación de exageraciones.
Las gafas, sin ojos,
estaban más muertas que nunca.
El radiecito amarillo se resignaba
a su petrificación en off.
Comprendí entonces
que mi padre había muerto.

Al son de las cadenas
Si no consigues pronto nuevas rejas,
pinta unos barrotes que enmudezcan tus alas.
Libres los tobillos titubean,
si ya no los conducen los grilletes.
Si el canto sólo brota
cuando lo acompaña un cencerreo de eslabones
A un mes escaso de la jubilación ,
busca, a riesgo de sucumbir si no lo hallas,
otro patrón despótico.

La mosca
Después de elegante cabriola
se posa en la frente sudorosa,
con vuelos cortos de fino aleteo
baja hasta los labios pálidos,
haciendo gala de su perfecta máquina de alas
aterriza en la nariz,
mete la trompa entre los pelos
para extraer algún néctar,
atraída por el escaso brillo de los ojos
se posa en uno de los párpados,
roza las pestañas
sólo un leve movimiento la espanta
y vuelve sobre el ojo mismo,
ahora desértico para su sed.
El Oráculo, 
consultado sobre la salud del enfermo,
ve en todo este ingenuo bagaje instintivo,
una mala señal.
Rafael Escobar de Andreis


 ARMANDO IBARRA RACINES 

(Cali,1956) Escribe desde muy temprano: la poesía o el poder de la caligrafía, se le contagió durante una convalecencia en quinto de primaria. El garabateo fue una constante hasta que Helcías Martán Góngora escribió una esquela de estímulo en El País de Cali, y la revista Acuarimántima de Medellín publicó algunos de sus poemas. Hizo turismo universitario por Medellín, Bogotá y Cali, hasta que no tuvo alternativa distinta a la de aceptar un trabajo como cajero de banco. Siguió insistiendo en las fisuras que dejaban los estudios y su trabajo en la sección de Estudios Económicos del Banco de la República. Se “coló” en una única sesión en un curso de escritura creativa en la Universidad de Texas en 1993 –mientras estudiaba una maestría en Economía–, allí tomó conciencia de la seriedad de los oficios poéticos. Fue becado a perpetuidad el 29 de febrero del 2000. Desde entonces se dedica, entre otros quehaceres luminosos, a la escritura, traducción y confección de libros de poesía, y la colaboración con la revista de poesía "Clave" de Cali. En 2006 ganó el IV premio nacional de poesía José Manuel Arango del Carmen de Viboral; y se graduó como especialista en Traducción en Ciencias Literarias y Humanas de la Universidad de Antioquia con la monografía "La traducción semi indirecta como un viaje intertextual por la ruta de la Seda: hacia una versión de Sarada Kinenbi". Ha publicado "Extravío en lo cotintiano", Can y Antorcha, Bogotá, 1989; "Crónica de los deshielos", Universidad del Valle, 2007; "Estación Universidad", Hombre Nuevo, 2009; "Insomnio en las fuentes", Versería, 2010; "Poemas del Metro de Medellín", (Con Jaques Jouet y Rub Comfama, 2011


Fantasma en la estufa

No he vuelto a cocinar.
Los calderos,
llenos de telarañas.
En el fogón,
el hollín envejece
en los peroles
oxidados y cesantes.
Mi sabor no interesa,
lo único notable
es el estragón de tu aderezo.
El paladar desabrido,
aún persigue,
entre los bordados de la coliflor
y las verdes nubosidades de los brócolis,
la tiranía de tus manos
sobre el aceite,
la parsimonia de tu lengua
sobre la sal de ajo,
el fermento de tus pasos
sobre lajas de ruin cerámica.

Jorge Isaacs escribió la María ...

La lengua de plata lunar
era la punta de un iceberg:
el deseo,
que como un murciélago extraviado
aleteaba sobre el Valle,
borroneando la claridad lechosa
que caía,
como miel de neón pálido,
sobre la tierra rasa.
En los farallones lejanos,
las copas de los yarumos
padecían sus pinceladas blanquecinas.
El silencio lunario
era rasgado por un arroyo,
que como una rémora de los bosques húmedos
entraba sorbiendo los besos gaseosos
en las alcobas de la Casa de la Sierra.

El Tropel de la palabra (fragmentos)

Cinco mil kilómetros
y muchos sueños atrasados.
La explosión de aplausos
después del primer poema
lo tomó por sorpresa.

Un cono de volcán invertido
rodeado de cafeterías ruidosas
bajo la noche fresca.
La palabra da vueltas
en el eje del poema.

Por casualidad,
un niño entró a la carrera
en medio del recital.
Se detuvo y miró preguntando:
—¿A qué juegan? ¿Me dejan jugar?

Una mujer le da el pecho
a un bebé
en medio de la multitud.
Eterna sensación de leche nodriza,
como si todos recordáramos.

El lactante succiona,
ciego, sordo.
Sólo el gusto por la bebida original.
Así también nosotros,
en las vibraciones de la palabra.

Las muchachas de piel saludable
llevan la semilla de la ruina dentro
y escuchan un eco
que les habla
de los inicios del amor.

Aún perdura el tropel de la palabra.
Como el derrumbe de anillos
tras la rana
que saltó
en el estanque antiguo.

Layo, El Cosquistador

Se las llevó
para que hilaran el vacío
me dejaron
se fueron a cocinarle
a gemir en su lecho
a morir de placer
a no volver nunca
sonrientes
las desvaneció
entre sus dedos huesudos
¿cómo saber si las destazaba
o chillaban de gozo?


Armando Ibarra Racines 

               María Teresa Rodríguez Nieva



Nació en Corinto, Cauca en 1944. A la edad de dos años, a causa conflicto armado colombiano, su familia decide trasladarse al puerto de Buenaventura, donde inicia su preparación académica, así como su producción artística;1 en 1963 se gradúa como bachiller del Colegio Pascual de Andagoya, para luego iniciar su formación profesional en la Universidad del Valle, de la cual recibe en 1967 el título de licenciada en historia y filosofía.3

Ha ejercido su profesión docente en los municipios de Silvia y Santander de Quilichao en Cauca y tras radicarse nuevamente en el Valle, trabajó en el Liceo Femenino y el Colegio de Cárdenas en Palmira.
En 1986, en el que sería uno de los eventos más importantes para su posterior producción literaria, participa en el IV Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas organizado en el Museo Rayo de Roldanillo, Valle,2 donde conoce al artista Ómar Rayo y a su esposa Águeda Pizarro de Rayo, quienes impresionados por la excepcional capacidad de la poeta para transmitir su esencia negra, la apoyan y motivan para recopilar su trabajo literario. De este encuentro surge la publicación de su primer libro de poesía La noche de mi piel en 1988.4
Tras continuar su producción artística y realizar múltiples presentaciones por todo el país en escuelas, universidades, casas de cultura, teatros, hospitales, entre otros,1 en 2007 en el XXIII Encuentro de Mujeres Poetas Colombianas, recibe de manos de manos de la directora del evento, Áugueda Pizarro, el título de almadre otorgado a las mujeres poetas que han logrado la excelencia, al cual para esta edición especial se le cambia el nombre por el de almanegra pues las tres homenajeadas de ese año eran poetas afrodescendientes
fuente: Wikipedia

Que hermosos los negros somos


Que hermosos los negros somos,
 que bello es nuestro color.
Coco dulce nuestra boca,
 es la herencia de Chango,
que hermosos los negros somos,
 que bello es nuestro color.
Que alegres los negros somos,
 cascabel que se fundió,
serpiente de larga cola 
su cascabel nos prestó.
Que alegres los negros somos, 
¡ Estallido de tambor
Que tristes los negros somos,
 nuestro ancestro que llegó
bajo un látigo de odio
 su dolor nos consumió
Que tristes los negros somos, 
nuestro ancestro que llegó.
Bellos, alegres y tristes,
somos los negros ¡ Si señor¡
¡ Mezclamos risas y llantos en el 
¡ Tam Tam ¡ de un tambor.
El sol nos prestó su capa, 
la noche nos dio color,
Que hermosos los negros somos,
 que bello es nuestro color.

Addis Ababa
Nueva Flor


Yo soy Addis Ababa
la nueva flor de América
gestada en el palenque
de la revolución.
Atravesé el Mogreb
de viejos hechiceros,
hundiendo mis raíces
en los mares de Atlanta.
Bebí sal de mar,
bebí sal de mar y sudor,
bebí sal de mar y sudor y llanto
de los negros de Africa.
Yo soy Addis Ababa
con pétalos de luna,
yo soy la trietnita
danzando libertina,
al ritmo de tambores,
castañuelas y quenas.
En la sabia que sube
por mis lenguas de fuego,
el español es extraño,
y en el más puro ñañigo,
entiendo ceremonias del mágico vudú...
La fuerza del negrero,
en cada latigazo,
me dio más fortaleza para luchar contra él.
Y fueron esas marcas
del látigo y el hierro ,
las que le dieron vida
a mis pétalos líricos,
para dar el salto
hacia la tigritud.
Soy nieta de Etiopía
y canto con la fuerza
de la tribu Kirdí...
Soy nieta de España
con todas sus desventuras,
y soy hija directa
de los indios de América.
Yo sueño con Babingas,
Bmilekes y Mandingas
Bámbaras y Foulés...
Desatando las sartas
liberando los cuellos,
Las almas y los pies.
Escucho en el silencio
el canto de los mayas,
de los incas y los Aztecas,
Pidiendo renacer.
Me signo en el nombre de:
Nzme, Bockua, Meberé...
Y enraízo en el árbol
que llegaba hasta el cielo,
" Con sus flores negras
veteadas de oro"
para ser : Ave, planta
agua, río, pez...
para ser macho y hembras
descendientes de Fam.
Para que Addis Ababa,
florezca en el mulato,
florezca en el mestizo,
florezca en el negro negro
con su negrura,
en el indio indio
con su olor y sabor a cobre
para darle a la historia
el más preciado fruto
llamado: ¡Libertad!

                       Gustavo Constain Ruales


Popayán, 1964. Es Licenciado en Educación artística, e ingeniero de sistemas de la Universidad Antonio Nariño. Reside en Cali, donde se desempeña como técnico de la Secretaria de Desarrollo Institucional de la Gobernación del Valle. Ha publicado: Estrella de Ocho Puntas, Apidama Ediciones (2007); Tres Amadas Cosa, editado por la Universidad del Cauca en 1992. Ha sido distinguido con el premio Periodista Ciudadano, del Diario Occidente de Cali y Noticiero Noti-pacífico, 2007; mención de honor VII Concurso Internacional de cuento erótico, Periódico Prensa Nueva, (1992). Tallerista literario e invitado a innumerables eventos poéticos a lo largo y ancho del país.

(E-mail: moldergc@yahoo.com)

La raza que nos suplantará

Miradme,
soy el
hombre
igual al
de la otra
dimensión,
pero impoluto,
y este obra
en el otro
y contrariamente,
soy toda
la verdad
por rebelarse,
en esta realidad
engañosa.

Siega

Venid a este campo de batalla
los que están cargados de dolor,
porque yo llevo el tuétano de la vida.
Puedo quitar de un tajo,
con una espada flamígera,
segaré con luz,
esta realidad perversa.

Límite

En el desierto
las tumbas sin lápida,
en el río
las tumbas pobladas de hierbas,
en la tierra
el cuerpo se quiebra.
Los que alcanzaron la

frontera
no abandonan la patria
-sólo la guardan-
no cambian el hogar
-sólo lo trasladan-
no huyen
sólo aguardan.
Desesperan, sí,
pero viven

Gustavo Constain Ruales




                         MAURICIO TRUJILLO




Mauricio Trujillo. Calarcá, Quindío. 1973. Orador  poeta y narrador oral. Pertenece a la Fundación Suary (Reconstruir lo destejido de una sociedad), promotor de escritura creativa desde la visión de la oralitura y en la recuperación y difusión de la oralidad tradicional de los pueblos originarios del mundo, especialmente de América. integró en los 90’s “El Colectivo Poético Los Poetas Tóxicos “en la ciudad de Manizales, Caldas. 
Integró el grupo de teatro con la beca de creación del fondo mixto de las artes de Caldas, 1998. 
Colectivo de narración oral Dicharacuento. 
Finalista (2 puesto) en el concurso de poesía de la Red de Bibliotecas Públicas de Cali, año 2009. 
Publicaciones: Revista El Gato Naranja (noticiero poético para las universidades  de América latina). 
“Todo lo que canta se reúne” Antología de nueva poesía de Caldas. Antología poética del siglo, Departamento del Quindío. 
Publica en 2013 su primer poemario Des en cruentos.
 Tiene actualmente dos poemarios inéditos.

Des en 
cuentros 

 I
“Esperanza es la cosa con plumas
que se posa en el alma”.
E. Dickinson.

En la infancia tuve un pájaro
Que se arrancaba las plumas
Murió de frío
La jaula de soledad
Yo casi de tristeza
Hasta comprender al suicida
Retornando las plumas arrancadas de sus alas
¿Será que todo lo que canta y vuela se suicida?
¿Todo lo que huele a cielo se precipita a tierra?
¿Es este el límite?
¿Toda la esperanza?
Allí está mi padre         
a mitad del parque
Aparando la lluvia con su cuerpo todo
Con su habitual transparencia
Parece un río vertical          
sembrado
Derramándose en la tierra
En torno suyo      
colibríes contrabandean polen
De guayacán a guayacán
Parece un árbol en su cauce       
 fluyendo            
hacia el sol
Parece el árbol del ahorcado
El árbol ave muerte
El árbol que se lleva el río
El árbol que contiene las aguas
Mi padre derramándose en ríos
Mi padre de la tierra como un árbol
Esta tarde       
quedó sembrado para siempre en el parque
Mi padre a esta hora            
debe estar peleando con mi fantasma
Igual peleo con el suyo
Algún día dejaremos ese par solos que se maten
Y nos dejen descansar en paz

Bares
En estos lugares descubro a dios 
    usa sombrero
Sufre sus ausencias   
     borracho
Ahí  tirado  babea    
  bestia  de tirante freno 
Gorjea viejos tangos
Lo asiste una estudiante de puta su enfermera
Que le rompe las bolsas y lo llaga con su lengua escalpelo 
En ocasiones nos embebemos        
como hombres
Somos un par de buenos borrachos
 Nos sentimos en el cielo
Purgamos en estos bares
En estos lugares descubro a mi padre 
con piel de dios
 Soy su hijo borracho de lo mismo
Camilo  ángel austero      
me visita a diario
Trae palabras tibias       
riega con besos mi aridez
Limpia de polvo la piel       
rito estrecho de nuestros bultos
Contrato entre momia y mausoleo
Siento Sodoma arder en las manos
Mientras susurro         
pequeño Lot       
cuando partas no vires
Derrumbarías mi cuerpo de sal

HARTURAS
 1

Boca llena de palabras 

o tierrala misma fuente
 Boca que no quiere ser palabra                   
sólo música
Boca que a mordidas cava tumba en el planeta
 Boca repleta de comida 
Míseras entrañas reniegan de hambre
Boca que busca la lengua para extraerla
Boca mueca de sonrisa              
sin cuerpo     
 vuela en la alborada
Boca que se cierra 
y llora en silencio entre las otras bocas
2
La vida fastidia en el zapato
Se atornilla en el pecho la desesperanza
Los pasos se detienen en la cifra exacta
Los zapatos marchan a contrapaso del cuerpo
Y dejan su huella de duende
Pobres zapatos
Soportan el peso terrible de la vida
3
Después el asco 
El fastidio al verse tan rutilante
Carga de vísceras en peloto
Frente a la pared que nada refleja
La hartura de los órganos
Saber que sobra un ojo
Diez dientes   amígdalas   apéndice
Saber de sobra que sobra hasta la sombra
Que sobro yo mismo y esta razón inútil 
 Que desobedece la voz
Saber de sobra que dos gotas de sangre         
desangran
Y cualquier palabra ahoga

 Ana Cristina

Cuando salíamos a colectar moras
Pinchabas tus dedos con las espinas
El rojo en la lengua
En los dientes
Seguro era sangre agridulce
No pude besarte con fuerza
Restaba tenderse en esa cama
De hojas caídas del Yarumo
Susurrar tonadas 
para que abrieras el cielo de tus piernas
Mientras desgajaba tu piel joven
Se hizo demasiado tarde para el verano
Demasiado pronto
Para que Abril soltara a picotear sus palomas  
No pude besarte con fuerza
Tus labios apretaban las espinas
Yo bebía el jugo agridulce de tu sangre
MAURICIO TRUJILLO


                     Omar Garzón Pinto


Natural de Bogotá, Colombia. Sus poemas han sido publicados revistas y periódicos de su país entre los que se cuentas: Revista Ulrika, Revista Fahrenheit 451, Revista Cultural Palabras Diversas, Revista Cronopio de Medellín, Revista Azahar, Revista Kaos, Periódico El Macarenazoo, Periódico RIEL y en el pliegue literario Musa Levis de Manizales. Ha presentado su obra en diversos espacios como el XXI Festival Internacional de Poesía de Bogotá (Bogotá, 2013); III Festival de Literatura de Bogotá (2012); Recitales de Poesía Independiente (Bogotá, 2012-2013); I Recital de Poesía Universidad Minuto de Dios (Bogotá, 2012); III Jornadas Universitarias de Poesía (Bogotá, 2011); Homenaje a Raúl Gómez Jattin, organizado por el Taller de poesía de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá, 2011) y en las III y VI versiones del Recital de Poesía Universidad de La Salle (Bogotá, 2011). Entre los años 2011 y 2012 se desempeñó como tallerista literario de la Fundación Andrés Barbosa Vivas. Es autor del libro Faro desnudo, editado por la Liga Latinoamericana de Artistas (Bogotá, 2011). En la actualidad trabaja como profesor de Geografía en el Colegio San Basilio de su ciudad natal. Dirige el portal literario farodesnudo.blogspot.com. 
omargarzonpinto17@gmail.com

                            Peregrinación a Trujillo

Y bien, ya estamos aquí
sin decir un solo nombre,
sin cobrar venganza alguna,
acostando nuestras sombras
al lado de los nuestros
y pasa el viento
como un abismo a cada lado.
Todo cabe en una lágrima
y en esta lluvia que nos bajo
/por la cara.
Por dentro aún gritamos
cuando la carne ahora es tierra
y nuestro llanto es tierra
/con su carne,
esa tierra en donde caben 
todos sus nombres, 
esa que nadie recuerda.
Ahí están aunque no los vemos
y los oímos cuando ya no dicen
y les hablamos cuando ya no escuchan.
El recuerdo nos hace uno de nuevo,
nos hace niños a la sombra
de algún árbol del presente
y nos atrevemos a nacer
precisamente aquí
donde la muerte es cada paso.
Nunca había pesado tanto 
una flor entre los dedos.

 Ruta entre caño Silbao y el canto de un pajaró

1
Es muy triste caer sin más al lado de la cerca
cuando no se es fruto de algún árbol.
2
Es muy triste sentir la lluvia
cuando cada gota es un puñal que te desangra.
3
Es muy triste cuando un cielo rojo
entre tu espalda y el suelo es tu último lecho.
4
Es muy fácil ser desierto cuando se está boca arriba
viendo nubes y solo una mosca sobre el rostro te acompaña.
5
Alguna esperanza hay cuando nunca se llegó al destino
pero quedaron huellas que echarán raíces
y serán el canto de algún ave sobre un árbol.


 Aquelarre en Macayepo

Hoy cayeron piedras del cielo. 
Cayeron tantas veces que nuestros cuerpos tomaron forma de cantera: 
A su choque con el suelo daban gritos de agonía.
Cayeron como truenos cortando hasta el aire en nuestras bocas.
Hoy cayeron piedras del cielo y las ramas deshojadas de los árboles cobraron vida.
A cada paso de su danza vespertina nos quebraban los brazos, las piernas, la voz
y el cuerpo en la montaña ya no era nuestro.
Los montes se alzaron imponentes para ser testigos de la fiesta de los hombres:
Ramas estacadas en los vientres, filos que salían de las venas, piedras en los ojos,
llantos sin destino… Todo en la vitrina de la muerte, todo en el lienzo de la tierra 
/ya salada, ya de cal. 
Hoy cayeron piedras del cielo. 
De su paso por aquí solo queda el rastro de unas sombras y los campos removidos
y las huellas de los niños y esta mano de algún anciano que partió sin ella.





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